Álvaro San Miguel | Santander, 31 de octubre de 2019
Más de 60 personas participaron ayer en la sesión de Líderes Cantabria dedicada al emprendimiento social. La directora del Centro Yunus de la Universidad de Cantabria, Ana Fernández Laviada, se encargó de abrir el encuentro y de poner en contexto este modelo de negocio. Un tipo de empresa que tiene ánimo de lucro, pero reinvierte todos sus beneficios en resolver problemas sociales.
“Una empresa social es la que se fija como objetivo fundamental tener un impacto en la sociedad antes que generar beneficios para sus propietarios y accionistas. Utiliza el dinero que gana para alcanzar sus objetivos sociales y es gestionada de forma responsable, transparente e innovadora, en especial mediante la implicación de los trabajadores, los clientes y todos aquellos a los que afecta su actividad”, explicó Fernández Laviada.
En la Unión Europea, las empresas sociales representan ya un 10% del PIB y emplean a más de once millones de trabajadores (el 4,5% de la población activa). Y en estos momentos, una de cada cuatro empresas que se constituyen en Europa son sociales, aunque en los países con un espíritu innovador más arraigado, como Francia, Reino Unido y Finlandia, el índice es mucho más alto. Por el momento, las cifras sitúan a España por detrás de otros países europeos, con solo un 0,9% de su población activa empleada en empresas sociales.
Al margen de los datos globales, hay empresas sociales en España y en Cantabria que nacieron mucho antes de que se creara el propio concepto de emprendimiento social. Amica fue fundada en Torrelavega en 1984 y desde entonces ha trabajado para descubrir capacidades en las personas con discapacidad y darles oportunidades, como explicó su gerente, Tomás Castillo, durante la sesión de ayer.
El ejemplo de Amica
Toda la actividad empresarial de Amica se orienta hacia la integración de las personas con discapacidad en la sociedad, y para ello han desarrollado distintas líneas de negocio basadas en la I+D. “Siempre hemos tratado de innovar en los conceptos, en la visión de la persona y en la transformación de los modelos de apoyo, pero también en la industria”, detalló Castillo, que compartió su experiencia al frente de esta organización. “Creemos que la economía social se complementa con la economía más competitiva porque las personas que no pueden estar en el mercado laboral también tienen derecho a trabajar. Desde Amica hacemos lo posible para que las personas con discapacidad puedan aportar a la sociedad. Este cambio de modelo es el que nosotros, con la economía que generamos, tratamos de producir”.
La importancia de la innovación
Castillo reconoció que no es fácil ser competitivo en el mercado global, por eso el emprendedor social tiene que ser especialmente capaz de innovar y de encontrar vías de negocio. Así empezó Amica, yendo a contracorriente: “Nosotros abrimos nuestros talleres de confección cuando todos estaban cerrando. No decían que estábamos locos, pero pensábamos que podíamos convertir la ropa en un servicio, en algo más que un producto. Así que empezamos a ofrecer ropa limpia a diario a restaurantes, hoteles y hospitales, un servicio que no tenía competencia de la India o de China”.
Así, la empresa comenzó a confeccionar ropa, aliándose también con otras empresas cántabras como Textil Santanderina, y a ofrecer a sus clientes tanto la prenda como su recogida, lavado y entrega. En estos momentos, este servicio atiende a todos los hospitales y centros de salud de Cantabria y da empleo a 7.800 personas. Un volumen de trabajo que también requirió en su momento la innovación necesaria para gestionar con la máxima eficiencia todo el trabajo. Desde hace tiempo cada prenda lleva un chip que permite a Amica llevar una gestión informatizada del negocio.El enfoque de Amica encaja con la definición que hizo Ana Fernández Laviada del emprendedor social: “Alguien innovador, creativo, que ve una oportunidad donde otro ve un problema”.
Dinámica de grupo
Tras las intervenciones de Fernández Laviada y Tomás Castillo, los invitados repartidos en seis mesas se enfrentaron al reto colectivo de constituir por equipos una empresa en torno a un mismo producto: las castañas. Cada grupo debía dirigir su negocio a generar un impacto social que además encajara en alguno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El fundador y director de Transcendent, Ángel Pérez Agenjo, se encargó de dirigir la dinámica de grupo, avalado por su trabajo al frente de una empresa especializada en acelerar la transformación de empresas para que incorporen el impacto social en el centro de su actividad y mejoren así sus resultados de negocio.
Entre las mesas se mezclaban perfiles diversos, con emprendedores sociales como Eugenio de Juana (Coworking Santander), Íñigo Alli (Consultoría S.UP!), Manuel Revuelta (Emotea) y Nacho Quijano (Buscando Sonrisas); directores de grandes empresas como George Oliveira (Solvay), Alberto López Caballero (Nestlé), Pablo Corral (Grupo Igualatorio) y José López Cortés (Bathco); así como estudiantes de la Universidad de Cantabria y de Uneatlántico y periodistas de distintos medios regionales…
Arte y música
La parte artística de la sesión recayó en la pintora Claudia Iza, que diseñó ‘el corazón de un líder’ en el marco del proyecto ‘Yo creo’. Promovido desde Líderes Cantabria, esta iniciativa cuenta en cada sesión con la participación de un creador que diseña y presenta su propia versión del corazón de un líder.
La música, siempre presente en las sesiones de Líderes Cantabria, contó esta vez con el toque personal del cantautor Mario San Miguel, que comenzó el encuentro con una performance en la que invitaba a los participantes a “creer que un mundo mejor es posible” y terminó con otra en la que propició que los invitados terminaran la sesión entre abrazos.